Una primavera ingenua se avecinaba
de corazones rotos y primeras citas,
lo incierto, lo inesperado.
Un verano llegó,
de ligeros días y noches distanciadas,
el tiempo volaba y te alejabas.
Volvía, escapaba, huía
el otoño confirmaba que el límite no existía
y sumergimos con las narices congeladas
A un invierno devastador
Un sinfín de extravagancias.
Y vuelvo al principio, rogando
que la próxima primavera no termine nunca.
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