Había un lago de pensamientos, en el que a veces solía nadar. Sumergía mi cuerpo, abría los ojos bajo el agua y las respuestas a mis dudas parecían brillar. Las palabras que encerraba mi mente correteaban libres por ahí, divirtiéndose quizás. Había tantas cosas por ver, por descubrir, por explorar que el tiempo parecía no alcanzar y para no ahogarme tenía que subir a la superficie y respirar. Dolía tanto sentir el aire de la realidad.
Comenzé a ir todos los días, y pasaba horas, días enteros en ese inframundo de mis ideas, observando la fauna de viejos recuerdos, historias imaginarias, y otras cosas que ya no quisiera recordar.
Ya era tarde cuando me di cuenta de que se había invertido el espacio y así también la realidad, y tan acostumbrada a estar en el lago, olvidé subir a la superficie para respirar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario