Followers

Cliff

Solía sentarme al borde del precipicio sólo para sentir esa sensación en el pecho, una mezcla de adrenalina y energía bastante semejante a la felicidad. Miraba hacia el infinito y el vértigo me hacía sentir viva. Me hacía sentir. Lo hacía de vez en cuando, y el resto de los días yo era una más de esa clase de personas que existen sin existir realmente. Que te miran sin ver, que lloran sin razón, o mejor dicho, que no se conocen lo suficiente como para saber el por qué de su desdicha.
Creía estar condenada a realizar esa clase de experiencias. Lo creí.
Pero de un minuto a otro fui feliz, y no era nada parecido a ese vértigo. Era único. En un abrir y cerrar de ojos nada era imposible, y me encontraba en un estado nuevo, desconocido.

No duró mucho. No soy esa clase de personas que nacieron para ser felices.
Nací para ser esclavizada por mi propia mente que me encadena al precipicio, donde puedo estar sola. Donde puedo llorar sin razón, pensar en aquello que no me sirve, en lo que no debería saber, en lo que no me hace bien. Donde puedo perderme por un rato, mirar hacia abajo y volver a sentirme viva.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me siento identificada... increíblemente,me describe.

Guadalupe dijo...

Excelente